miércoles, 14 de febrero de 2018

Una mujer muerta es una lámpara

En los fondos de la casa, a plena luz del día
pende una mujer sola
y sin remedio
Como el animal desobediente al que corregiste la osadía
Como un panal vacío ya sin miel ni moradores
Como la planta que arrancaste por ruda por incierta
pende en lo alto junto a tu fracaso
tu objeto preciado con dos vueltas de odio
Qué harás ahora que no puedes elegirle otra muerte?
Qué harás ahora que tu hambre se serena?
Si está creciendo en otro lugar
y ya no puedes cercarla?
Si es agua de un río que separas
y aún así trasluce su destreza:
el impetuoso caudal, el olor de las bestias que la habitan,
su precipitado encanto?
Una mujer pende sin remedio
y atrae al mundo que aún muerta la traiciona:
convida el espanto que sigue al cinismo
ejerce también su lenta torsión
Una mujer muerta
es una lámpara
Nos quema, nos delata, nos orbita
pende de un puño
y del brazo firme que estira el captor
Está sin morir
porque lo hizo de pura confiada
porque esta espantada de su anterior vida
maldiciendo en el final su entrega
esperando que alguien de nosotros vea
más que el peso de un cuerpo
impasible en lo alto
con dos vueltas de odio



Laura García del Castaño

Algún amor estéril y de paso

CANCIÓN DE LA MUJER ASTUTA



Cada rítmica luna que pasa soy llamada,
por los números graves de Dios, a dar mi vida
en otra vida: mezcla de tinta azul teñida;
la misma extraña mezcla con que ha sido amasada.

Y a través de mi carne, miserable y cansada,
filtra un cálido viento de tierra prometida,
y bebe, dulce aroma, mi nariz dilatada
a la selva exultante y a la rama nutrida.

Un engañoso canto de sirena me cantas,
¡naturaleza astuta! Me atraes y me encantas
para cargarme luego de alguna humana fruta.

Engaño por engaño: mi belleza se esquiva
al llamado solemne; de esta fiebre viva,
algún amor estéril y de paso, disfruta.





Alfonsina Storni